lunes, 29 de octubre de 2018

Bloque 2: Textos folclóricos. Selección y adaptación


La importancia del folclore en el aula

La hora del cuento ha sido un momento muy esperado por niños y niñas de muchas generaciones, y también por adultos que querían pasar un rato lúdico en reunión. ¿Son tiempos pasados? Podemos comprobar que la oferta actual de entretenimiento no incluye escuchar historias surgidas de la tradición oral (sin pasar por el filtro de Disney).

Por ello, como cualquier forma de arte, el folclore debe ser conocido y difundido con los recursos disponibles a nuestro alcance, en este caso como docentes. Los cuentos folclóricos nos brindan la posibilidad de narrar una historia que recurre a la imaginación de aquéllos que la escuchan, que genera momentos únicos en el aula. Realizando una correcta selección de los relatos, de acuerdo a la edad de los receptores y receptoras, y contándola de manera adecuada (interpretando los diferentes personajes, modulando las voces, variando el tono según el momento,…) se podría conseguir la implicación y la complicidad de los alumnos y alumnas. Y eso es algo que pocas actividades en el aula (literarias o no)  pueden lograr.

Respetando la premisa original con la que surgió el folclore, esto es, la función lúdica manifestada de forma oral, podremos añadir valor en el aula que no podríamos conseguir con otra actividad.

A la hora de seleccionar los cuentos, he buscado abarcar los antiguos tres ciclos de Educación Primaria, para comprobar que la utilización de este recurso es viable durante toda la etapa. Cualquier alumno o alumna de Primaria podrá disfrutar de la narración de estos relatos y, como hemos visto en los documentos de nuestra bibliografía, asimilarán las historias en función de su momento evolutivo.

También he intentado diversificar la tipología de los cuentos, basándome en la clasificación que hemos visto en "La aventura de oír", de Ana Pelegrín: cuentos maravillosos, cuentos de adivinanzas y cuentos de embustes (cuentos de mentirosos, exageraciones).


Primer cuento

En primer lugar tenemos un cuento maravilloso en el que encontramos alguna de las características que los identifican, como leemos en la teoría de la asignatura:

- El hermano pequeño, el más débil y bueno, que es el que más lejos llega en sus consecuciones
- El protagonista alcanza el objetivo (en este caso superar las pruebas), símbolo de aprendizaje interior.
- los animales que se comportan como seres de su especie y ayudan al protagonista



LA REINA DE LAS ABEJAS 
Hermanos Grimm
 2º de E. Primaria


      Dos príncipes se fueron un día en busca de aventuras y cayeron en tal vida frenética y disipada que no regresaron al hogar. Su hermano menor, llamado Bobillo, fue a buscarlos; pero cuando finalmente los encontró se burlaron de él y le dijeron que cómo iba a andar por el mundo, con su ingenuidad, si ellos dos, mucho más inteligentes, no lograban abrirse camino.

     Se pusieron los tres en marcha y llegaron a un hormiguero. Los dos mayores querían hurgar en él para ver cómo salían huyendo de miedo las hormiguitas, llevando consigo sus larvas; pero Bobillo dijo:

- Dejad a los animalillos en paz; no permitiré que los molestéis.

Siguieron camino y llegaron a un lago en el que nadaban muchísimos patos. 
Los dos hermanos mayores querían cazar unos cuantos y asarlos, pero Bobillo no lo permitió y dijo:

- Dejad a los animales en paz; no toleraré que los matéis.

Finalmente llegaron a un nido de abejas; en él había tanta miel que hasta chorreaba por el tronco del árbol. Los dos quisieron hacer fuego bajo el panal para ahogar con el humo a las abejas y quitarles la miel. Bobillo los contuvo de nuevo y dijo:

- Dejad a los animalillos en paz; no permitiré que los ahuméis.

Finalmente los tres hermanos llegaron a un palacio en cuyas cuadras sólo había caballos de piedra; tampoco se veía un alma, y fueron pasando por todos los salones hasta que llegaron, muy al fondo, a una puerta. La puerta tenía tres cerraduras, pero en el centro había una mirilla por la que podía verse la alcoba. Allí vieron a un lúgubre hombrecillo que estaba sentado frente a una mesa. Le llamaron una vez, dos veces, pero no les oía; por fin le llamaron por tercera vez; entonces se levantó, descorrió las cerraduras y salió.

Pero no pronunció ni una palabra, sino que los llevó hasta una mesa muy bien dispuesta; y cuando hubieron comido y bebido se les asignó a cada uno un dormitorio. A la mañana siguiente se presentó el lúgubre hombrecillo al hermano mayor, le hizo señas y le condujo hasta una lápida; en ella estaban escritas tres tareas cuya solución podría desencantar el palacio.

La primera consistía en buscar las perlas de la hija del rey, que se encontraban por miles bajo el musgo del bosque; pero si faltaba una sola antes de ponerse el sol quien las hubiese estado buscando se convertiría en piedra. El hermano mayor fue al bosque y buscó durante todo el día; mas al caer la noche sólo había encontrado cien; y sucedió tal como estaba escrito en la lápida; se convirtió en piedra. Al día siguiente se lanzó el mediano a la aventura; pero le sucedió como al mayor, no encontró más de doscientas perlas y se convirtió en piedra.

Finalmente le tocó el turno a Bobillo; se puso a buscar en el musgo, pero era muy difícil encontrarlas y avanzaba muy lentamente. Entonces se sentó en una piedra y se puso a llorar. Y mientras estaba sentado llegó la reina de las hormigas a las que una vez había salvado la vida, con cinco mil más, y no transcurrió mucho tiempo sin que los animalillos hubiesen encontrado todas las perlas y hecho un montón con ellas.

La segunda tarea consistía en sacar del fondo del lago la llave del dormitorio de la princesa. Cuando Bobillo llegó al lago se acercaron nadando los patos a los que había salvado la vida en una ocasión, bucearon y sacaron la llave del fondo del agua.

La tercera tarea era la más difícil: de entre las tres hijas durmientes del rey había que escoger la más joven y buena. Pero las tres eran exactamente iguales y sólo se diferenciaban en que antes de dormir habían comido diferentes golosinas: la mayor, un terrón de azúcar; la mediana, un poquito de melaza, y la menor, una cucharada de miel.

Entonces vino la reina de las abejas a las que Bobillo protegiera del fuego y se paseó por las bocas de las tres; al final se podó en los labios de la que había comido miel; y así reconoció el príncipe a la verdadera.

El encanto acabó, todos salieron de su sueño y quien había estado petrificado recobró de nuevo su figura humana.

Y Bobillo se casó con la más pequeña y más buena y fue rey al morir el padre; sus dos hermanos se casaron con las otras dos princesas.

FIN

La estructura del cuento secuencial-lineal permite seguir fácilmente la historia a los oyentes, además de que se establecen relaciones directas de causa-efecto, tanto las positivas como las negativas.
Otro elemento clásico de este tipo de cuentos es la triplicación, con tres hermanos, tres pruebas y tres especies de animales. De esta manera, nuestros alumnos y alumnas consiguen una reiteración que afianza su seguridad y reconocimiento de las situaciones. (Pelegrín, 2014)

Para la narración del cuento vamos a crear una atmósfera adecuada, formando un círculo con las sillas en el aula o, si es posible, buscaremos una estancia donde los niños y niñas puedan sentarse en el suelo, para escuchar cómodamente el relato y se sumerjan en la historia.
Con nuestras preguntas intentaremos que nuestros alumnos y alumnas expresen lo que han entendido escuchando el relato, y puedan extraer la simbología adecuada a sus edades y su momento evolutivo.

-    ¿Qué os parece lo que hicieron los hermanos mayores con los animales que se encontraban?
-    ¿Cómo consiguió superar las pruebas Bobillo?

    Tras debatir la pregunta anterior

-   ¿Creéis que lo habría conseguido él solo?
-   ¿Por qué le ayudaron los animales?

Si fuese necesario, se puede realizar una aclaración de vocabulario para poder seguir la historia: frenética y disipada, larvas. 

Segundo cuento

En este caso vemos cómo la pastora, de origen humilde, decide probar su sabiduría frente al zar.

Podemos catalogarlo dentro de los cuentos de adivinanzas según la tipología anteriormente comentada, donde la protagonista resuelve varias pruebas con astucia.


LA PASTORA QUE SE CONVIRTIÓ EN ZARINA 
Cuento popular búlgaro 
4º de E. Primaria

Una vez hubo un zar que mandó decir que quien pudiese romper una piedra, de forma que saliese sangre, sería nombrado primer dignatario del reino.

De todas partes llegaron valientes muchachos, pero ninguno de ellos pudo romper la piedra; además no sabían cómo se podía matar una piedra.

En un pueblo vivía una honrada muchacha que cuidaba ovejas, y cuando oyó lo que había dicho el zar, se vistió de hombre, fue a su presencia y le dijo:

-Señor, yo puedo matar la piedra.

Por todas partes se extendió la noticia de que había alguien que decía poder matar a la piedra, y muchísima gente vino a ver cómo lo hacía.

Cuando llegó el día señalado, el zar y todos sus dignatarios salieron de la ciudad y se dirigieron a una explanada, y allí, ante todos, era donde la muchacha debía matar la piedra.

La joven sacó el cuchillo, se volvió al zar y dijo:

-Señor, si quieres que mate la piedra, dale primero un alma, y si entonces no la mato, te ofreceré mi cabeza.

El zar se sorprendió de lo que oía y dijo:

-Eres el más inteligente de mis súbditos, y voy a nombrarte primer dignatario; si además haces lo que voy a decirte, serás para mí como un hijo.

La joven respondió:

-Dime, señor, lo que deseas; haré todo lo que pueda para hacer lo que me ordenes.

El zar dijo:

-Dentro de tres días volverás otra vez aquí; cuando llegues, cabalgarás y no cabalgarás, me harás un regalo y no me lo harás; todos, dignatarios o no, saldremos a recibirte y tú llevarás a la gente donde te reciban y no te reciban.

La pastora volvió a su pueblo y pidió a los campesinos que capturaran tres o cuatro liebres y dos palomas. Los campesinos lo hicieron así.

Al llegar el tercer día, cuando la muchacha tenía que volver a presencia del zar, puso a cada liebre en un saco distinto, se los dio a los campesinos para que los llevaran y les dijo:

-Soltad los animales cuando yo os diga.

Ella cogió las dos palomas, se montó en una cabra y se dirigió al encuentro del zar; antes había mandado emisarios para que anunciasen su llegada.

El zar, al enterarse de que la pastora se aproximaba, salió de la ciudad a recibirla, con todos los dignatarios y una multitud de curiosos. Cuando la joven estaba cerca del zar, vio que había acudido mucha gente a recibirla y, al aproximarse aún más, ordenó a los campesinos que soltasen las liebres ante la multitud. Tan pronto como vieron correr los animales, la gente se lanzó en su persecución, intentando atraparlos.

La pastora, que iba montada en la cabra, andaba llevando al animal entre las piernas, y levantando alternativamente los pies cabalgaba sobre el animal.

Cuando llegó junto al zar, sacó las dos palomas del pecho y se las entregó.
En el instante en que el zar abría las manos para recibirlas, la muchacha las soltó, y las palomas echaron a volar.

Entonces la pastora dijo:

-Ya veis, señor, que la gente me ha recibido y no me ha recibido; he cabalgado y no he cabalgado; te he traído un regalo y no te lo he traído.

El zar respondió:

Desde hoy serás como mi hijo.

Pero ella le dijo al oído:

-No soy hombre, sino mujer.

El zar, que no estaba casado, la hizo su esposa; y de esta forma, la pastora, gracias a su inteligencia, se convirtió en zarina.

FIN



Es un cuento sencillo que propone una serie de retos para superar, y que apela a la capacidad de razonamiento de nuestros alumnos y alumnas. Cuenta con un planteamiento básico y una resolución feliz, que permite a los oyentes ponerse en la piel de la pastora para intentar solucionar los enigmas. Eso puede dar al docente mucho juego a la hora de poner en común en el debate posterior. También tenemos la posibilidad de dejar un momento de reflexión durante el relato para sugerir posibles soluciones, y conseguir de esta forma que actúe la imaginación de los niños y las niñas.

-    ¿Cómo habríais resuelto los acertijos del zar?
-    ¿Qué os parece las soluciones de la pastora?
-    ¿Por qué creéis que la pastora se disfrazó de hombre?

La narración del docente debe tener en cuenta el ambiente que se va creando durante el relato, así como las reacciones de los niños y niñas, y el interés por la historia. Si surge la ocasión durante el planteamiento de los acertijos, se puede abrir un pequeño debate sobre las posibles soluciones, para conseguir una mayor implicación.

La última pregunta permite profundizar en la importancia de los personajes femeninos en el folclore. Como leemos en la teoría de la asignatura: “los cuentos folclóricos […] responden al deseo que durante siglos ha escondido el alma femenina: poder demostrar sus capacidades y elegir su propio destino.”


Tercer cuento

He reservado para el final este cuento, ya que tengo muy buenos recuerdos de cuando era pequeño. Lo escuchaba una y otra vez en el tocadiscos (¿Tocaqueeeé?), y me lo pasaba muy bien. Aunque puede ser contado para un rango muy amplio de edades, lo he planteado para 5º de Primaria porque considero que se puede ahondar mejor en el simbolismo, siempre según las capacidades de cada oyente. Además, permite relacionarlo con las propias vivencias sociales que suelen surgir a esta edad en nuestros alumnos y alumnas. Otro de los motivos por los que lo he elegido es que se puede contar apoyándose en una mayor expresión corporal, con gestos y cambio de voces, que pueden enriquecer la experiencia.


EL TRAJE NUEVO DEL EMPERADOR 
Hans Christian Andersen 
5º de E. Primaria

Hace muchos años había un emperador al que le gustaban tanto los trajes nuevos y elegantes, que gastaba todo su dinero en ropa. No le interesaban sus soldados, no le interesaba el teatro ni ir al bosque, sólo tener trajes nuevos. Tenía una levita para cada hora del día; y si de los reyes se suele decir que están en Consejo, de él siempre se decía: “El emperador está en el probador.”

La gran ciudad donde vivía era un lugar muy alegre, todos los días llegaban muchos forasteros, y un día llegaron dos embaucadores. Se presentaron como tejedores y dijeron que sabían tejer las telas más preciosas que uno pudiera imaginarse. No sólo los colores y los dibujos eran extraordinariamente hermosos, sino que cortaban trajes con una tela que tenía la propiedad de ser invisible para cualquier persona que no mereciera su cargo, o que fuera absolutamente tonta.

“Sería un traje estupendo – pensó el emperador-. Poniéndomelo podría averiguar qué hombres de mi reino no merecen los cargos que ocupan. Podría distinguir a tontos y listos. ¡Tienen que tejer inmediatamente esta tela para mí!”

Y entregó muchísimo dinero a los dos embaucadores para que comenzaran el trabajo.
Así que instalaron un telar y fingieron que trabajaran, aunque en el telar no había nada. Al poco pidieron la seda más fina y el oro más precioso. Se lo metieron en las bolsas y trabajaron en el telar vacío, y así hasta bien entrada la noche.

“Me gustaría saber cuánto han progresado con la tela”, pensó el emperador, pero le dio un vuelco el corazón pensando que si era tonto o no estaba a la altura de su cargo no la vería. En realidad creía no tener nada que temer, pero prefirió enviar a alguien a ver cómo iban las cosas. Toda la gente de la ciudad conocía la extraordinaria propiedad de la tela, y todos estaban ansiosos por ver lo inútil o lo tonto que era su vecino.

“Enviaré al telar a mi anciano y noble ministro – pensó el emperador-. Él podrá ver mejor que nadie cómo es la tela, porque es inteligente y no hay nadie que esté a la altura de su cargo tanto como él.”

Así que allá fue el anciano y bondadoso ministro a la sala donde estaban trabajando en el telar vacío.
“¡Válgame Dios! – pensó el anciano ministro abriendo los ojos como platos-. ¡Pero si no veo nada!”
Pero no lo dijo.

Los embaucadores le pidieron que hiciera el favor de acercarse más y le preguntaron si no era un dibujo precioso y unos colores hermosísimos. Y señalaban al telar vacío, y el pobre del viejo ministro siguió abriendo los ojos como platos sin poder ver nada, pues nada había.

“¡Dios mío! – pensó-. ¿Seré tonto? Nunca se me había ocurrido y nadie debe saberlo. ¿Será que no estoy a la altura de mi cargo? No, no puedo decirle a nadie que no he visto la tela.”
-    Bueno, decid algo – dijo uno de los tejedores.
-    ¡Oh, es preciosa! ¡Maravillosa! – dijo el anciano ministro mirando a través de las gafas-. ¡Qué dibujo, qué colores! ¡Sí, le diré al emperador que me agrada muchísimo!
-    Nos alegramos- dijeron los dos tejedores.

Y nombraron los colores y explicaron el extraordinario dibujo. El anciano ministro prestó mucha atención para poder decir lo mismo cuando fuera a ver al emperador, y así lo hizo.

Los embaucadores pidieron más dinero, más seda y oro, diciendo que lo necesitaban para la tela. Se lo guardaron en la bolsa, al telar no llegó ni una hebra, y continuaron, como hasta entonces, tejiendo en el telar vacío.

El emperador envió a otro buen funcionario a ver cómo iba el tejido y a preguntar si la tela estaría lista pronto. Pasó igual que con el ministro, miró y miró pero, como no había nada más que el telar vacío, no pudo ver nada.
-    ¿No es una tela preciosa? – dijeron los dos embaucadores, señalando y explicando el precioso dibujo inexistente.
“Tonto no soy – pensó el buen hombre-. Debe ser entonces que no estoy a la altura de mi cargo. ¡Qué raro! Pero no puedo dejar que nadie se dé cuenta.” Así que elogió la tela que no veía y les expresó su alegría por los magníficos colores y el precioso dibujo.
-    ¡Es maravillosa! – le dijo al emperador.

Toda la gente de la ciudad hablaba de aquella preciosa tela.
Entonces el emperador quiso ver por sí mismo la tela mientras aún estaba en el telar.
Con un gran cortejo de hombres elegidos, entre ellos los dos buenos funcionarios que ya habían estado allí, fue a ver a los dos astutos embaucadores que estaban tejiendo a más no poder, aunque sin hebra ni hilo.

-¿Verdad que es magnifique? – dijeron los dos buenos funcionarios-. Vea Vuestra Majestad qué dibujos, qué colores.
Y señalaron el telar vació, porque creían que los demás sí podían ver la tela.
“¡Anda! – pensó el emperador-. ¡No veo nada!¡Pero qué extraño! ¿Seré tonto? ¿No estaré a la altura de un emperador? ¡Es lo más terrible que podía pasarme!”
-    ¡Oh, qué bonito! – dijo el emperador-. ¡Tenéis mi más sincero aplauso!
Y se inclinó satisfecho para observar el telar vacío; no quería reconocer que no veía nada. Todo el séquito que lo acompañaba miró y remiró y, aunque no pudieron ver más que los otros, le dijeron al emperador:
-    Es muy bonita- y le aconsejaron que estrenara un traje ancho con aquella tela nueva y maravillosa en el gran desfile que iba a celebrarse pronto-. ¡Es magnifique, estupenda, excelente!- se decían unos a otros, y todos estaban de lo más contentos.
El emperador regaló a cada uno de los embaucadores una cruz de caballero para que se la colgaran en el ojal, y el título de Barón Tejedor.

La noche de la víspera del desfile, los tejedores se la pasaron levantados y con dieciséis luces encendidas. La gente estaba convencida de que estaban de lo más atareados terminando el traje nuevo del emperador. Ellos fingían coger tela del telar, la cortaban en el aire con grandes cuchillas, la cosían con agujas sin hilo y al terminar dijeron:
-    ¡El traje está listo!

El emperador fue allá en persona acompañado de sus principales caballeros, y los embaucadores levantaron los brazos al aire como si estuvieran sosteniendo algo, y dijeron:
-    Aquí están las calzas, aquí está la casaca, aquí está el manto – y así sucesivamente-. Es tan sutil como una telaraña. Parece que no se lleva nada en el cuerpo, pero esa es precisamente su virtud.
-    ¡Sí!- dijeron todos los caballeros, aunque no veían nada, pues nada había.
-    Tenga Vuestra Majestad Imperial la amabilidad de quitarse la ropa – dijeron los embaucadores-, y le pondremos el traje nuevo delante del espejo grande.

El emperador se quitó toda la ropa y los embaucadores hicieron como si le fueran poniendo las prendas nuevas que habían cosido; lo cogían por la cintura y hacían como si ataran algo, que eran los faldones, y el emperador daba vueltas y vueltas delante del espejo.
-    ¡Dios mío, qué bien le sienta!¡Qué espléndida caída! – decían todos-. ¡Qué dibujo!¡Qué colores! ¡Es un traje magnífico!
El maestro de ceremonias dijo:
-    Ahí fuera está dispuesto ya el palio con que acompañarán a Vuestra Majestad en el desfile.
-    Ya estoy listo – dijo el emperador-. ¿Verdad que me sienta estupendamente?

Y volvió a darse una vuelta delante del espejo, porque tenía que fingir que contemplaba su elegancia.
Los chambelanes que llevaban los dos faldones tantearon con las manos el suelo para coger la cola. La sostuvieron en el aire sin atreverse a reconocer que no veían nada.

Y así marchó el emperador en el desfile bajo el sagrado palio, y la gente que llenaba las calles y las ventanas decía:
-¡Dios mío, qué magnífico es el traje del emperador! ¡Qué preciosos faldones tiene la levita! ¡Qué bien le sienta!

Nadie quería reconocer que no veía nada, porque al hacerlo mostrarían que no estaban a la altura de sus cargos o que eran muy tontos. Ninguno de los trajes del emperador había tenido tanto éxito.
-    ¡Pero si no lleva nada encima! – dijo un niño pequeño.
-    ¡Dios mío, escuchad a este inocente! – dijo el padre, y unos le susurraron a otros lo que había dicho el niño.
-    ¡No lleva nada encima, es un niño pequeño el que ha dicho que no lleva nada encima!
-    ¡No lleva nada encima! – gritó por fin la gente.

Y el emperador se dio un buen susto, pues estaba convencido de que tenían razón, pero pensó: “Tengo que terminar el desfile.”
Y continuó aún más orgulloso, con los chambelanes llevando unos faldones inexistentes.


FIN

A la hora de la narración, y a pesar de la extensión del relato, deberíamos ser capaces de dotar de ritmo a la historia, aprovechando los diálogos, los pensamientos de los personajes y los detalles de la tela para enriquecer la experiencia. Además, tenemos los ingredientes de lo absurdo y humorístico, algo muy valorado en niños y niñas de estas edades, que ayudarán a sembrar el relato de momentos amenos.

A lo largo del cuento hay bastantes aclaraciones recordando la inexistencia de la tela. A la edad de nuestros alumnos y alumnas no parece necesario repetirlo constantemente; sin embargo, se puede convertir en un momento divertido que hay que mantener. Incluso es posible que muchos niños y niñas ya hayan escuchado el cuento anteriormente, por lo que considero todavía más importante no limitarse a hacer un resumen para llegar al final conocido, sino centrarse en los detalles para descubrir la historia completa.

Si alguna vez, en mi futuro docente, tengo la oportunidad de realizar esta actividad, así es cómo lo plantearía.

-    ¿Qué os parece la actitud de los funcionarios cuando ven el telar? ¿Por qué creéis que actúan de esta manera?
-    ¿Qué habríais hecho vosotros en lugar de los funcionarios?
-    ¿Cómo creéis que actuó el niño que gritó en el desfile? ¿Habríais hecho lo mismo?
-    ¿Cómo habríais reaccionado al final en la posición del rey?

Si fuese necesario, se puede realizar una aclaración de vocabulario para poder seguir la historia: embaucadores, funcionarios, chambelanes y palio.

Conclusión

Leemos en "Psicoanálisis de los cuentos de hadas" la necesidad de niños y niñas de experimentar vivencias para encontrar el sentido en la vida. En su aprendizaje deben ir adquiriendo recursos físicos, emocionales e intelectuales que les permitan desarrollarse individual y colectivamente. 

Como hemos visto, los cuentos folclóricos forman parte de esa tradición oral que va transmitiendo cultura a lo largo de las generaciones, y fomentan la imaginación de todos los que lo escuchan. La riqueza reside en que cada persona que lo escucha lo puede aplicar a su propia historia según su experiencia.

De esta forma, podemos dotar a nuestros alumnos y alumnas de esos recursos gracias a unas historias que han viajado a través del tiempo, y se han ido transformando en cada narración.


BIBLIOGRAFÍA

Strich, C. 
     (1990). El libro de los 101 cuentos. Madrid, Anaya

Grimm, J. y W.
   (1999). Cuentos (ant. y trad. de Pedro Gálvez). Madrid: Alianza Editorial.


WEBGRAFÍA

Labajo González, Irune 
     (2018) Teoría de la asignatura Literatura española, literatura infantil y educación literaria,  Centro Universitario La Salle. Disponible en: http://online.lasallecampusvirtual.es

Labajo González, Irune 
     (2018) Guía de trabajo de la asignatura Literatura española, literatura infantil y educación literaria, Centro Universitario La Salle. Disponible en: http://online.lasallecampusvirtual.es

Pelegrín, A. 
     (2014). La aventura de oír. Anaya Infantil y Juvenil. Centro Universitario La Salle. Disponible en: http://online.lasallecampusvirtual.es

Bettelheim, B., & Furió, S. 
      (1977). Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Barcelona: Crítica. Centro Universitario La Salle. Disponible en: http://online.lasallecampusvirtual.es